El discurso del rey (The King’s speech, 2010)

– ¿Que?: El príncipe Albert, duque de York e hijo del rey inglés George V, sufre una terrible tartamudez desde que era pequeño. Desesperado por no encontrar a nadie que pueda ayudarle con su problema, pierde la esperanza. Sin embargo, su mujer dará con un logopeda poco convencional, Lionel Logue, quien poco a poco conseguirá que el príncipe le tenga confianza y mejore su dicción. La situacion se complicara cuando el rey muera y su sucesor, Edward VIII, abdique para poder casarse con una mujer divorciada. Entonces Albert se convertirá en el rey George VI, algo que nunca quiso ser, y necesitara toda la ayuda posible de Logue para poder hablar a su pueblo ante la inminente llegada de la Segunda Guerra Mundial…

– ¿Cuándo?: El jueves 23

– ¿Dónde?: en los Cines Ideal (por favor, esta película HAY que verla en versión original, si no no tiene sentido, te pierdes los acentos y sobre todo, la mitad de la enorme interpretación de Colin Firth, que miedo me da la voz que le han podido poner en español, no he querido ni ver el tráiler…)

– ¿Por qué?: Tenía todo para que quisiera verla, es una de las candidatas mas fuerte a los Oscar, es inglesa, el director y los actores me gusta mucho… Lo único que me podía tirar un poco para atrás era que el tema se hiciera aburrido, pero vamos, había que verla sí o sí.

– Merece la pena porque… es, como ya dije en la entrada anterior de «El escritor», de lo mejor que se ha estrenado este año. Está muy bien hecha, tiene unas interpretaciones de lujo, es inteligente, entrenida, divertida, entrañable y emotiva, y nos enseña los entresijos de una parte de la historia de la monarquía inglesa que yo no conocía mucho, y que es sumamente interesante, siguiento la línea que inició «La reina» (The queen, 2006). El director es Tom Hooper, al que yo ya conocía por su labor notable en la miniserie de la BBC “Daniel Deronda” (2002), probablemente su mayor producción hasta la fecha, y en la película “The Damned United” (2009), que me sorprendió muy gratamente, ya que conseguía que una película de temática deportiva estuviera centrada especialmente en los personajes y en sus emociones, ofreciendo algo muy diferente a lo que nos tiene acostumbrado ese género. “El discurso del rey” toma cosas de ambas, de la primera su cuidado empaque formal, y de la segunda, las relaciones humanas entre los protagonistas. Sin hacer virguerías ni alardes técnicos (tampoco la película los requiere), Hooper hace una labor correcta y clásica, con un ritmo que, siendo sencillo y tranquilo, en ningún momento decae. Lo peor que se puede decir de él es que en ocasiones quizás se puede notar demasiado su proveniencia del mundo de la televisión, pero también hay ocasiones en los que consigue planos de gran belleza, como ese en el parque con la niebla, cuando el rey se enfada con el profesor y se marcha dejándole abandonado.

Sin embargo, si la labor de Hooper no es lo mejor de la película, tampoco empaña en absoluto el conjunto general, en el que todos los demás aspectos sí que son sobresalientes. El guion de David Seidler está plagado de ingeniosos e inteligentes diálogos, y en ocasiones, muy divertidos. No es una película tronchante, pero ni mucho menos un dramón, ya que en el fondo es una película muy positiva en torno a la amistad, el amor y a vencer las limitaciones, y que tiene de fondo mucho humor sutil, muy inglés. Lo mejor para mi, sin embargo, es que consigue, desde el primer minuto, que el espectador se sienta identificado y empatice con el protagonista, alguien que podría caer muy mal, ya que es serio, antisocial, incluso prepotente, pero con esa desoladora primera escena, cuando se queda bloqueado delante de miles de personas en Wembley, no puedes evitar sentir lástima por él, y conforme pasa la película y descubres más cosas sobre su vida, comprendes más su actitud y su comportamiento. Esto para mi es fundamental para que la película transmita emoción y no se quede en una simple muy buena película pero fría.

La ambientación es impecable, elegante y sofisticada. En fin, típicamente inglesa. La música de Alexandre Desplat es agradable y acompaña perfectamente las escenas, apareciendo solamente cuando es necesaria para dar la emoción justa. Sin embargo, creo que no es el mejor trabajo de Desplat este año (para mi, este sigue siendo la banda sonora de «El escritor»), y su carácter secundario se hace aún más evidente cuando en las escenas finales, las que más fuerza y emoción tienen, en lugar de utilizarse la música de Desplat, se cogen dos movimientos de dos sinfonías de Beethoven (casualmente mis dos favoritas, debo añadir).

Mucho se ha alabado la labor de Colin Firth, y es quien más posibilidades tiene de llevarse este año el Oscar al mejor actor. Desde luego, se merece todas la alabanzas y los premios que le den, porque esta extraordinario, en un papel dificilísimo y que podría tender mucho a la sobreactuación, pero que Firth interpreta con esa extraordinaria contención inglesa que le caracteriza. Pero Firth no le hace sombra a su pareja de reparto, estupendo también Geoffrey Rush, con otro personaje que podría también tender a la excentricidad y al absurdo, y que jamás cae en ello. Parece que Rush no se llevará el Oscar al mejor actor de reparto, por bobadas como que ya tiene uno, y que al ser casi seguro que Firth y Helena Bonham-Carter van a ser premiados, que darle el Oscar a tres actores por la misma película sería demasiado. Esto es una tontería y además es injusto, si se lo merecen los tres, ¿porque uno se tiene que quedar sin premio? Pero desde luego, aunque Helena Bonham-Carter está encantadora y muy alejada de los registros que le suele dar su marido, Tim Burton, si tuviera que elegir entre ella y Rush, lo siento pero me quedo con él, ya que su papel aporta muchísimo más a la película. Completan el reparto secundarios de lujo como un envejecido Guy Pearce, Derek Jacobi, Michael Gambon o Timothy Spall entre muchos.

– El momento: Todos y cada uno de los momentos que comparten Colin Firth y Geoffrey Rush, que maravillosos duelos actorales, pero sobre todo, me encantó en el que Firth se pone a decir tacos. Y especialmente, ese final con la música de Beethoven que pone los pelos de punta, y emociona tanto que dan ganas de ponerte a aplaudir.

– La frase: (La pondré en su día porque me ha sido imposible encontrarla y no recuerdo exactamente como era)

– Conclusión: sólo puedo agradecerle a «El discurso del rey» que haya una puesto un gran punto y final a un año tan triste cinematográficamente como el 2010, y que además, hace que esperemos con esperanza la entrada del nuevo año y los premios, que quizás (sólo quizás), no acaben siendo tan malos como nos creíamos. Sin embargo, la veo una película excesivamente clásica y academicista (y por qué no, demasiado británica), como para llevarse el Oscar, según el camino que está tomando en los últimos años y el tipo de películas que están premiando. Premios a parte, la película es, creo que de lejos, lo mejor que hay en la cartelera ahora mismo, y la recomiendo para cualquiera que quiera ver algo muy bueno en el cine estas fiestas.