Paraíso: Esperanza (Paradies: Hoffnung -Paradise: Hope-, 2013)

Reseña de Andrea Dorantes

“Primero el corazón, siempre se empieza por ahí”. Artz, el médico.

Como en Paraíso: Amor, Paraíso: Esperanza se disfraza en un principio de una película ligera, agradable, con tintes de humor, pero detrás de ese humor se percibe una tristeza profunda. Nos enternece ver a Melanie joven, asistiendo a un campamento para adolescentes con sobrepeso, hablando con sus amigas de asuntos de chicos, gastando bromas, y enamorándose por primera vez. Podemos casi sentir esa inocencia del primer amor, la pureza que lo rodea. Y aunque nos identificamos con ella en ese sentido, percibimos también la tragedia: Melanie se ha enamorado del médico del campamento, que es 40 años mayor que ella. La atracción mutua es obvia, pero también es obvia la imposibilidad de su relación, por lo que decidimos acompañarla en su fracaso inminente, a pesar de la incomodidad que algunas secuencias puedan provocar en el espectador. Nos compadecemos de ella, sufrimos su desengaño.

De esa pureza hacen Ulrich Seidl y Veronika Franz, ambos directores de fotografía, la imagen de esta película. La continua claridad que rodea a Melanie, la iluminación natural que la hace más bella, más tierna, que resalta más su sonrisa, son factores que llevan a la pantalla la esencia de la película.

Cada entrega de Seidl nos hace partícipes de un sentimiento, y en este caso, a pesar de ser quizá la pieza más triste, es sin duda la que purifica el aire después de tanto sufrimiento y deja una sensación de frescura que da un buen final a esta trilogía.