Romeos (2011)

Reseña de Mª Carmen Fúnez.

 

Lukas es un hombre. Interiormente lo es, exteriormente poco le falta para serlo, pero ese poco que son sus genitales y sus pechos le impiden aceptarse a sí mismo a la hora de relacionarse con los demás. Lukas, anteriormente conocida como Miri, es el protagonista de la película alemana Romeos, otra nueva visión de la transexualidad en el cine, en este caso el de una adolescente que se siente hombre y que se inyecta testosterona frente a su web cam compartiendo su transformación y sus sentimientos con otros transexuales a través de la red. Sin embargo es incapaz de compartirla con el resto del mundo, exceptuando a su familia y a su mejor amiga de la infancia, Ine, con la que coincide haciendo la prestación social en una residencia de ancianos en la que, por su condición natural, es obligado a residir en el ala femenina de la misma.

En su búsqueda de identidad, Lukas se integra en el ambiente sexualmente liberado del grupo de amigos de Ine, lesbiana convencida y sin ningún tipo de complejo, y se enamora de un joven gay extremadamente promiscuo, aumentando su temor a no ser aceptado sexualmente por su objeto de deseo si éste llega a saber su condición de transexual.

 

Romeos no nos cuenta nada nuevo en torno a los sentimientos y los miedos al rechazo de aquellos que nacen en un cuerpo equivocado. En la búsqueda de la propia aceptación, hemos visto varias formas de afrontarlo en películas tan dispares como Transamerica, Boys don’t cry o las más recientes Tomboy y Laurence Anyways, sin embargo el guión de la debutante Bernardi se pierde en una especie de juego del ratón y el gato con la relación entre Lukas y su enamorado Fabio durante toda la película. Más que en la transformación física y mental del protagonista, Romeos se centra en una relación que no termina de consumarse a nivel físico por el miedo de Lukas al rechazo, ni a nivel emocional por parte de un Fabio activo sexualmente pero a su vez temeroso de que su familia descubra su orientación, provocando una narración repetitiva con el tira y afloja de ambos chicos que no nos lleva a ninguna conclusión final. Es curioso además el reflejo de la juventud y de la noche de Colonia que hace Romeos, en el que se muestra a una sociedad abierta y liberada a nivel sexual, pero que sin embargo se ríe y evita la transexualidad, siendo esta un eslabón más en esa supuesta liberación. Llama poderosamente la atención también la naturalidad con la que la familia de Lukas acepta su condición, mientras que sus compañeros de la residencia masculina manifiestan un desconocimiento y una burla hacia la homosexualidad.

Son estas contradicciones e incongruencias argumentales las que impiden que Romeos avance en una dirección provechosa a la hora de valorar el conjunto de la película, si bien es cierto que no cae en sensiblerías ni en morbos innecesarios, lo que se agradece en films que tocan temas tan delicados como estos, el interés que suscita la historia de Lukas llega a perderse ante tanta vuelta que se le da a su relación con Fabio. De hecho resulta más interesante la relación de amistad que mantiene con Ine, pero queda muy supeditada a la anterior y muy poco desarrollada.

Dignas de mención son las actuaciones de Rick Okon y de Liv Lisa Fries interpretando a Lukas y a Ine respectivamente. El peso de ambos personajes en la historia, llevado con tanta naturalidad y realismo como lo hacen ellos, es una de las mejores bazas de Romeos, que suple además de esta manera las carencias técnicas perceptibles sobre todo en cuanto a la fotografía se refiere.

 

En cualquier caso, es un placer encontrar en las carteleras un cine diferente y minoritario como es el caso de Romeos que, después de dos años de su estreno en Alemania, llega a España en un momento tan difícil para las pequeñas producciones como el que estamos viviendo.